domingo, 1 de febrero de 2009

Las competencias y el aprendizaje

En esta ocasión comentaremos sobre dos temas, que desarrollaremos a partir de interrogantes:


A. ¿Qué concepciones de aprendizaje nos parecen congruentes con el enfoque por competencias y por qué?
Creo que el enfoque de competencias es congruente con cualquiera de los intentos de explicar la forma como aprendemos, creo que es como un trasfondo de las maneras de aprender.
Aprender es una actividad compleja, que pone en acción diversas capacidades humanas a las que ahora llamamos competencias, si esas competencias necesarias para aprender no las poseemos a cabalidad sencillamente no aprenderemos o lo haremos deficientemente.
Considero que todos estos enfoques prevén la necesidad del desarrollo de competencias como fundamentos indispensables para aprender y para usar lo aprendido no sólo individualmente sino como seres sociales que somos.
Recuerdo haber oído a viejos maestros decir que la educación es mucho más que la adquisición de conocimientos, que incluye el desarrollo de todo lo que somos los seres humanos, así es que, es posible que este tema de las competencias puede ser una edición corregida y aumentada de lo que humanos de otras épocas han dicho.

B. ¿El aprendizaje es algo tan absolutamente trivial que se puede observar y medir con base en unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualesquiera?
Previo a la solución de esta pregunta, creo que tendríamos que responder otras tales como: ¿Podemos conocer las cosas realmente como son? ¿Cómo aprendemos? ¿Aprendemos todos de la misma manera, de tal forma que podemos hablar de una ciencia del aprendizaje? ¿Los conocimientos sobre un mismo objeto, son iguales en todas las personas? ¿El aprendizaje o lo aprendido, se pueden observar y medir?
Y es muy probable que por muy convincentemente que las respondamos, siempre tendremos duda sobre la veracidad de las respuestas.
Si trivial es aquello que “no sobresale de lo ordinario y común, que carece de toda importancia y novedad” tal y como dice el diccionario de la Real Academia Española, entonces, me atrevo a decir que al parecer el aprendizaje es algo común a los seres humanos, pero no podríamos decir que carezca de importancia.
La lectura del ensayo “El aprendizaje y el desarrollo de las competencias” de Xavier Vargas Beal, me confirma en la idea de que sabemos más de las propiedades físicas o químicas de la materia, del mundo que nos rodea, que del propio mundo que tenemos en nosotros mismos. Los humanos somos realmente un misterio difícil de develar, tal vez porque, entre otras cosas, en estos asuntos el objeto de conocimiento es el mismo sujeto que conoce, el conocimiento de nosotros mismos es el más subjetivo de todos los conocimientos que podamos tener
Los que tenemos la misión de hacer que otros aprendan deberíamos ser expertos en saber cómo y porqué se aprende pero, al menos en mi caso, estoy lejos de tener ese conocimiento, todo lo cual me introduce en un cierto estado de angustia.
Al parecer lo que me queda es creer en mis maestros, no sólo los de la especialidad sino todos a los que tengo a través de la lectura y de la interacción social, y dar por sentado que los modelos, que me presentan respecto a cómo aprendemos son verdaderos, ajustados a lo que realmente acontece cuando aprendemos y actuar con mis alumnos en consecuencia con esa fe.
Entonces creo que la respuesta a la pregunta que titula este escrito, es no.
Por otro lado, también creo que la educación es más que adquirir conocimientos, es construirnos a nosotros mismos; es desarrollar las capacidades que tenemos en germen; es hacernos aptos, competentes para vivir y desarrollarnos como humanos; es hacernos capaces de resolver los problemas que nos plantea el transcurso de la vida; es sacarnos de nuestro propio interés personal y trascender para buscar competente, eficiente y eficazmente el bien de la humanidad completa, incluso la del futuro, al menos como retribución de lo que de la humanidad hemos recibido;
Creo que los profesores debemos escuchar a nuestros alumnos para que podamos mediar entre varios procesos que forman un sistema, como son: El de enseñanza (que no necesariamente realiza el maestro), el de aprendizaje y el de desarrollo de la persona que es su alumno, por lo menos. Debemos definir un plan para que todos estos procesos transcurran con éxito, y debemos ser los dirigentes en la ejecución de ese plan.
Los profesores debemos logar que la escuela ofrezca a los alumnos elementos que les ayuden a su sobrevivencia y desarrollo y debemos lograr que lo perciban así. Debemos ayudarles a engarzar los nuevos conocimientos con los antiguos. Debemos diseñar acciones y discursos educativos interesantes, significativos y situados, posibles de ser desarrollados en las condiciones que operan nuestras escuelas, nuestros grupos y nuestros alumnos. Debemos ayudarles a encontrar los caminos para que su dimensión afectivo-emocional los impulse al bien de sí mismos y de las comunidades en las que viven. Debemos considerar que no somos obreros que construyen paredes o máquinas, sino que debemos ser cordiales colaboradores en la construcción de todo el ser de nuestros alumnos en un ambiente de libertad, justicia y respeto, para que pongan todo su ser al servicio de los otros.
Si este asunto es como lo expreso, la observación y evaluación del aprendizaje no es trivial en absoluto y lograrlo es todo un gran capítulo de lo que tiene que saber hacer un profesor.

1 comentario:

Maité Sampieri dijo...

Mtro. Palacios, excelentes reflexiones las que nos comparte, sobre todo por el sentido totalmente humano que imprime en ellas rescatando la importancia que para los docentes deben tener los alumnos (porque a algunos desgraciadamente se les olvida) y planteando varias interrogantes en las que es preciso detenerse, para analizarlas y tomar decisiones. Lo felicito por su texto. Saludos cordiales. Maité (grupo 73)